Madre Naturaleza, principio y fin de todo lo que existe;
que forma un bosque de sonrisas mudas ocultas entre las ramas de la duda,
y se pregunta ¿Por que el poder del Mar puede ser cuestionado y desafiado?
¿quien se siente capaz de dominar cada ola y cada misterio en su profundidad?
¿El mundo se volvió loco?, aunque, pobres locos ¿no?, ellos realmente no saben lo que
hacen y crean su propio mundo, en cambio, los que habitan este mundo sí saben lo que
hacen y lo hacen como locos; se pregunta... ¿cuáles serán los fines de tanta destrucción
y matanza? para el hombre, que a veces se olvida que es mortal, y que en su
suficiencia y soberbia a veces llega a creerse un dios; pero un dios ignorante que no
sabe darle valor alas estrellas que son las que iluminan la noche,
a la luz de un nuevo amanecer y al maravilloso milagro de las flores y los frutos,
y la consistencia de esos cedros milenarios que ningún huracán doblega, que ninguna
tempestad destruye como me proclaman la necesidad de ser fuerte al reto de la
actualidad social; es por eso que yo sigo comprometida a conservar los cuatro elementos
que son ladrillos de vida; solo habla la soledad de este silencio que recorre bosques
inmensos, entre hojas mecidas por el viento; solo el bosque habla, y mis ojos se
convierten en dos ríos que no llegan a conmover
el alma de la humanidad y su aventura,
floreciente o fracasado brote;
Decisión de los corazones...
Yessica Y. Espinosa Vargas